Todos tenemos ideas preconcebidas sobre el cuerpo humano: ideas acumuladas con o sin estudio consciente. Es completamente normal que esto sea así, pues nuestro cuerpo es algo que simplemente no podemos (ni debemos) ignorar.

Desde muy pequeños nos hacemos una imagen mental a partir de dos visiones de nosotros mismos:

1) Desde el exterior; nuestro aspecto, mezclado con el que quizá desearíamos tener

2) Desde el interior; relacionado al continuo flujo de percepciones y sensaciones que nos informan a cerca de en dónde estamos, cómo somos y si estamos haciendo lo que pretendemos. No siempre somos conscientes de todo este flujo de información pero no podemos evitarla y, de hecho, nuestra vida sería muy difícil sin ella. ¿Recuerdas la sensación de haber intentado caminar con una pierna “dormida”?

Esta imagen corporal está influenciada también por toda la información que recibimos del mundo que nos rodea: la observación de las personas, juguetes, fotos de personas en publicidades, programas de televisión, etc. Nuestras primeras sensaciones de equilibrio vienen de observar cómo se equlibra absolutamente todo lo que nos rodea, desde las personas de nuestro entorno hasta los objetos puestos en los muebles del lugar en el que vivimos.

Luego están, además, las ideas que se nos van presentando en el camino mientras crecemos: cosas que la gente nos dice, cosas que leemos, información (no necesariamente confiable) sobre cómo funciona nuestro cuerpo, ideas sobre las posturas “correctas” e “incorrectas”, el ejercicio, la respiración, la relajación, la educación… de manera muy inocente e infantil, adquirimos todo o gran parte de esa información y vamos construyendo lo que será la imagen que tenemos de nosotros mismos durante toda nuestra vida.

Así que antes de tener la oportunidad de estudiar la situación conscientemente, mucho antes de desarrollar nuestra capacidad de valoración crítica de la información, estamos ya en posesión de una infinidad de ideas.

¿Qué tan importante es estar bien informados a este respecto?

Si fuera posible mantenernos completamente inocentes a toda imaen mental consciente de nosotros mismos, quizá no tendríamos problema alguno (no podría asegurarlo). Lo que sí puedo asegurar es que, las ideas erróneas son peligrosas y tienden a perpetuarse a sí mismas.

La forma en la que nos movemos está gobernada por lo que creemos de nosotros mismos, por lo que suponemos de nuestro cuerpo y por nuestra imagen corporal personal. Conscientemente o no, esta imagen corporal está con nosotros todo el tiempo, influenciando cada movimiento que hcamos, sea lo que sea que estemos haciendo: en el trabajo, el ocio, cada actividad de nuestra vida desde la más insignificante como levantarse y sentarse en una silla, hasta la que requiera de nuestra más exigente destreza psico-física.

Todas estas ideas también afectan la forma en la que estamos inmóviles y la forma en la que hacemos lo que comunmente llamamos “relajarnos”. Incluso, influencia en nuestro carácter, nuestro pensamiento y nuestra capacidad y habilidad para aprender. Los movimientos que van en contra de la verdadera naturaleza de nuestro organismo, conducen a un desgaste inaceptable. De ahí que si esta imagen corporal contiene inexactitudes, es extremadamente peligrosa para nuestro bienestar.

Por mucho tiempo ha habido la idea generalizada de que el funcionamiento de nuestro organismo es responsabilidad de la medicina y que sólo las personas con estudios profundos de anatomía y varias otras cosas extremadamente complejas pueden entender cómo funcionamos. La realidad es que, para poder hacer un buen uso de nosotros mismos, la información que necesitamos es realmente muy sencilla de entender y, desafortunadamente se ha dejado fuera de la gran mayoría de los modelos pedagógicos y de enseñanza escolar en el mundo, prueba de esto es que el problema conocido como “dolor de espalda” es la mayor dolencia en el mundo después del resfriado común.

Esto no se debe a que la medicina esté fracasando, pues mucha gente implicada no está “enferma” en el sentido usual de la palabra. Pero tampoco es culpa de los trabajadores que parecen estar fingiendo para no ir a trabajar. El hecho es que, muchos sufirmos de un desgaste resultante de nuestra imagen coroporal incorrecta y esa imagen es responsabilidad de la educación que tenemos a lo largo de nuestro desarrollo como seres humanos.

Una imagen coporal erróna nos deja a mercer de todo tipo de despropósitos: información obsoleta, articulos de revistas escritos por periodistas sin conocimiento especializado, consejos bien intencionados pero mal informados de familia, amigos, maestros; la influencia de figuras públicas admiradas que podrían no ser necesariamente buenos ejemplos a imitar, furores de moda por tipos de ejercicios inadecuados… e incluso publicidades de ropa, mesas, sillas y artículos tecnológicos en las que las personas que modelan adoptan posturas que más tienen que ver con la moda que con el sentido común, la comodidad y la salud.

Una imagen corporal bien fundamenteada nos ayuda también a evitar tener (aunque inconsciemente) una influencia negativa sobre los demás. Todos somos criaturas imitadoras, particularmente cuando somos pequeños.

Los estudios sobre el infinito alcance que tienen nuestros mapas corporales es cada vez más compleja. Se ha descubierto que, de forma completamente inconsciente, incluimos como parte de nuestro cuerpo cualquier objeto con el que estemos en contacto físico, es decir que, mientras estoy escribiendo este artículo, mi cerebro incluye a la computadora como parte de mi organismo y es por eso que puedo escribir sin la necesidad de voltear a ver el teclado para elegir cada una de las letras que voy a usar.

También se ha descubierto que nuestros mapas corporales están íntimamente relacionados con las emociones y sentimientos que sentimos, ya que, dichas emociones activan zonas del cerebro en las que se activan procesos relacionados con nuestros órganos internos.

Si bien es cierto que la ciencia todavía sabe muy poco a cerca del funcionamiento de nuestro cerebro y su infinita capacidad, algo que sí podemos afirmar es que tenemos un cuerpo y, sin él, nos sería imposible conocer y aprender del mundo que nos rodea.

Quizá un buen comienzo para conectarnos con nuestro organismo sea reeducar nuestro mapa corporal más básico, explorando y observando por ejemplo, en dónde está cada una de nuestras articulaciones, para lograr así dirigir nuestros movimientos de manera más libre y ligera.

La gente que se dedica a la nutrición podría decir que “somos lo que comemos” y yo podría también decir que “somos como nos movemos”….

Mientras estemos vivos, nos movemos y es responsabilidad nuestra decidir en qué dirección nos queremos mover.

Libros recomendados:

  1. Mind and muscle (Elizabeth Faith)
  2. The body has a mind of its own (Sandra Blakeslee)
  3. El aprendizaje de la Técnica Alexander (Barbara Conable)