Estamos muy acostumbrados a exigir demasiado de nosotros mismos y a veces creemos que basta con nuestras horas de sueño para aumentar nuestra “productividad”.
Por lo general, no pensamos en lo importante que es descansar y, porque no descansamos con atención, no hemos experimentado conscientemente los beneficios de un descanso constructivo.
A veces pensamos que descansar es ver la televisión, salir o revisar nuestras redes sociales en el celular. Sin embargo, hay diferentes maneras y oportunidades de descansar para recuperarnos del cansancio.
De manera muy resumida podríamos decir que, a lo largo de todo nuestro cuerpo tenemos músculos profundos (que están cerca de los huesos) y músculos superficiales (que están cerca de la piel). Los músculos profundos son pequeños y están diseñados para sostener nuestra postura con facilidad al estar de pie y sentados. En cambio, los grandes músculos superficiales, están hechos para ayudarnos a efectuar movimientos más grandes y tareas que requieren mayor fuerza (correr, caminar, etc.). Cuando utilizamos estos músculos de manera correcta, estar de pie y sentado requiere poco esfuerzo.
Aunque nuestros músculos profundos pueden sostener nuestro cuerpo con facilidad, no pueden hacerlo durante horas y horas. Los pequeños músculos profundos se cansan y entonces empezamos a utilizar los músculos superficiales en su lugar. Como los músculos superficiales no están diseñados para este trabajo, corremos el riesgo de lesionarnos y desarrollar dolores.
El uso destructivo que hacemos de nuestra musculatura durante nuestras actividades cotidianas, nos lleva también a ejercer gran presión sobre nuestras articulaciones, acortando su espacio. Mientras el día sigue y nuestro cansancio aumenta, tendemos a colapsarnos y esto suele traernos problemas graves de salud a largo plazo.
Para restaurar la coordinación y salud de nuestra musculatura, es recomendable descansar nuestros músculos frecuente y eficazmente. Al acostarnos en el piso, quitamos el esfuerzo que hacemos sobre nuestras articulaciones. Ese esfuerzo se debe un poco a nuestros hábitos de exceso de tensión o exceso de relajación (según sea el caso), y un poco a la fuerza que ejerce la gravedad sobre nuestros organismos.
Esta actividad de descanso constructivo es un momento perfecto para soltar todo ese cansancio y permitir que nuestras articulaciones recuperen el espacio que fueron perdiendo a lo largo del día. Acostados tenemos más posibilidad de soltar debido a que no estamos en peligro de caer y eso facilita mucho nuestro proceso de re-aprendizaje.
Yo recomiendo que se practique como mínimo dos o tres veces al día en lapsos de 5 a 10 minutos.
Es particularmente útil practicarlo antes, durante (si es posible) y después de alguna actividad que nos demande un desgaste importante como podría ser por ejemplo: estudiar, hacer actividad física, tocar un instrumento musical o después de haber estado sentado un rato largo (a veces basta media hora -o un poco menos- para llegar a un nivel de colapso considerablemente dañino).
También es muy bueno practicarlo unos minutos antes de ir a dormir.