«Cuando un reportero le preguntó al famoso biólogo J.B.S. Haldane qué le habían enseñado sus estudios biológicos acerca de Dios, Haldane respondió: «El creador, si existe, debe tener una afición desmesurada por los escarabajos», ya que hay más especies de escarabajos que cualquier otro grupo de criaturas vivas. Del mismo modo, un neurólogo podría concluir que Dios es un cartógrafo. Debe tener una afición desmesurada por los mapas, ya que los mapas abundan en todas las partes del cerebro.»

V. S. Ramachandran

Ponte de pie y extiende los brazos como si quisieras llegar los más lejos posible con las puntas de tus dedos. Muévelos hacia arriba, abajo y hacia los lados. Haz círculos grandes, llevando tus manos por encima de tu cabeza y hasta pasar por tus muslos. Lleva cada una de tus piernas pierna lo más lejos posible hacia delante y atrás. Este volumen invisible de espacio alrededor de tu cuerpo hasta la longitud del brazo, es lo que los neurocientíficos llaman espacio peripersonal, y es parte de ti.

Esto no es una metáfora, sino un hecho fisiológico recientemente descubierto. A través de un procedimiento de mapeo, nuestro cerebro anexa este espacio a nuestras extremidades y cuerpo, cubriéndonos de una especie de piel fantasmal. Los mapas que codifican nuestro cuerpo físico están conectados directa, inmediata y personalmente a un mapa de cada punto en ese espacio y también mapean nuestro potencial para realizar acciones en él. Nuestro ser no termina donde termina la piel, sino que se difunde y se mezcla con el mundo, incluyendo otros seres. Cuando abrazamos a alguien, los mapas de nuestro cuerpo y los mapas del cuerpo de la otra persona, se mezclan en un espacio compartido.

Nuestro cerebro también mapea fielmente el espacio más allá del cuerpo cuando ingresamos en él utilizando herramientas. Toma un palo largo y toca una pared con él. Para tu cerebro, tu mano se extiende hasta la punta de ese palo. Su longitud ha sido incorporada a tu espacio peripersonal.

Además, el espacio peripersonal no es estático, como un aura. Es elástico. Como una ameba, se expande y contrae para adaptarse a nuestros objetivos y hacernos dueños de nuestro mundo. Se transforma cada vez que nos ponemos o quitamos la ropa, cuando usamos el celular, o manejamos cualquier herramienta. Cuando conducimos un automóvil, el espacio peripersonal se expande para incluirlo, de un parachoques a otro, de una puerta a otra, y de los neumáticos al techo. Mientras conducimos, podemos sentir la textura de la carretera tan íntimamente como lo haríamos caminando en sandalias. Al entrar en un garaje con un techo bajo, podemos «sentir» la cercanía del techo del automóvil con la barrera de altura, como si fuera nuestra propia cabeza. Es por eso que instintivamente nos agachas cuando pasamos por debajo de la barrera. Cuando alguien choca contra tu auto, tu molestia no viene sólo de los gastos que llevarán las reparaciones, sino porque esa persona ha violado tu espacio peripersonal no menos que si te hubiera dado un codazo en las costillas.

Cuando commos con cuchillo y tenedor, nuestro espacio peripersonal se expande para envolverlos. Las células cerebrales que normalmente representan el espacio no más lejos que los dedos, se extienden en su campo de conciencia hacia afuera, a lo largo de la longitud de cada utensilio, haciéndolos parte de nosotros. Es por eso que podemos experimentar directamente la textura y forma de la comida que estamos manipulando, aunque en realidad solo estemos tocando unos pocos centímetros de metal sin vida. Lo mismo ocurre para los cirujanos que controlan herramientas micro robóticas usando un joystick. Sucede para los técnicos de la NASA que controlan brazos robóticos en órbita. Si aprendieras a operar una grúa, tu mapa del espacio peripersonal se extendería hasta la punta del gancho .

La invetsigación de los mapas corporales presenta la respuesta científica emergente al antiguo misterio de cómo la mente y el cuerpo se entrelazan para crear tu ser encarnado y emocional. Al hacerlo, proporciona pistas y respuestas a una serie de preguntas fascinantes que, hasta ahora, parecían no estar relacionadas.

¿Por qué todavía nos sentimos gordos después de perder peso? ¿Por qué agachamos la cabeza automáticamente al pasar por una puerta cuando usamos sombrero? ¿Por qué nuestros hijos se sumergen en los videojuegos con total abandono? ¿Cómo es que sentimos la incomodidad, como el calor, el frío, el dolor, el picor? ¿Cómo es que sentimos una emoción como la tristeza? ¿Nacimos con emociones o tuvimos que aprenderlas? ¿Dónde residen en tu cuerpo y cómo surgen?

Las respuestas a todas estas preguntas se pueden encontrar en una nueva comprensión de cómo nuestro cerebro mapea nuestro cuerpo, el espacio alrededor de él y el mundo social. El descubrimiento del mapeo del espacio peripersonal es solo una de estas áreas de conocimiento en rápida evolución. Cada punto de nuestro cuerpo, cada órgano interno y cada punto en el espacio hasta el final de nuestros dedos, está mapeado dentro del cerebro. La capacidad para sentir, movernos y actuar en el mundo físico, surge de una red inmensa de mapas corporales flexibles distribuidos en todo el cerebro, mapas que crecen, disminuyen y se transforman para satisfacer nuestras necesidades.

La ciencia de los mapas corporales tiene aplicaciones de gran alcance. Puede ayudar a las personas a perder o ganar peso, y a estar en paz con sus cuerpos, mejorar su capacidad para practicar deportes y recuperarse de un derrame cerebral. Señala el camino hacia nuevos tratamientos para la anorexia, los miembros fantasmas, las lesiones LER de los músicos. Ayuda a explicar las experiencias fuera del cuerpo, las auras, los placebos y el tacto curativo. Revela por qué los videojuegos y la realidad virtual capturan literalmente tanto nuestra mente como nuestro cuerpo. Proporciona una nueva forma de entender las emociones humanas, desde el amor hasta el odio, la lujuria hasta el asco, el orgullo hasta la humillación.

Los mapas corporales proporcionan una valiosa lente para examinarnos a nosotros mismos como especie y como individuos.

Bibliografía utilizada como referencia:
  • «The body has a mind of its own» Sandra y Matthew Blakeslee, (2008)