Los músculos en la música
EDUCACIÓNNEUROCIENCIA Y ANATOMÍA
Felipe Bojórquez Espinosa
¿Cómo usamos nuestros músculos al tocar un instrumento?
Aunque este artículo tiene un enfoque algo “técnico”, quiero explicarlo de la manera más clara y sencilla posible. No es un texto médico ni pretende dar una explicación científica profunda. Es una introducción pensada especialmente para músicos, para empezar a comprender las bases del funcionamiento muscular: un tema fundamental para entender qué pasa realmente en nuestro cuerpo cuando tocamos un instrumento.
Las tres formas principales en las que usamos nuestros músculos:
1. Variando su longitud
Un ejemplo claro es cuando flexionamos el codo. Esta articulación está unida en el lado interior por el músculo, sujeto por un extremo al hueso del antebrazo, y por el otro extremo al hueso de la parte superior del brazo.
Esto permite que las fibras musculares se contraigan, acortándose y acercando el antebrazo al brazo, reduciendo el ángulo de la articulación del codo (flexión). De manera similar, cuando extendemos el codo, el ángulo se incrementa, pero en este caso, los músculos activos están ubicados de forma que pasan por el exterior del codo.
Los movimientos de flexión y extensión no se deben a músculos de tipos diferentes, sino que dependen de dónde están unidos y qué tipo de movimiento pueden producir al contraerse.
2. Variando el grado de tensión en un músculo
Esto ocurre cuando mantenemos el ángulo de una articulación contra una resistencia, como el peso o la presión opuesta. Por ejemplo, cuando estamos cargando algo con el codo flexionado (como una flauta, clarinete, etc.).
No debemos pensar que contracción siempre significa acortamiento, ni que relajación es sinónimo de alargamiento. Todo depende de las circunstancias, como la influencia de la gravedad o la acción opositora de otros músculos. La contracción podría acortar un músculo, moviendo un hueso, o simplemente tensarlo lo suficiente para mantener su longitud contra una resistencia (ya sea de otro músculo o de una fuerza externa, incluida la gravedad).
3. Sin variar la longitud ni la tensión
También usamos los músculos para evitar alterar su longitud o tensión. Esto sucede cuando los mantenemos en su estado actual, ya sea continuando con el trabajo que están realizando o simplemente evitando que interfieran donde no los necesitamos.
Esta función se vuelve más clara cuando reflexionamos sobre el hecho de que los músculos no trabajan de forma aislada. Trabajan en grupos (a veces muy grandes, que van desde la cabeza hasta los dedos de las manos y los pies), y sus relaciones son complejas.
Cuando realizamos un movimiento, usamos:
Los músculos responsables del movimiento.
Los músculos antagonistas: se oponen a los primarios y deben relajarse, pero no demasiado rápido, o el movimiento será abrupto.
Los músculos que estabilizan la parte del cuerpo sobre la que se mueve la parte móvil (como el marco de una puerta).
Los músculos que mantienen el equilibrio del cuerpo en la situación cambiante del movimiento.
Los músculos que sostienen la forma del cuerpo y la integridad de la estructura donde ocurre el movimiento.
Los músculos “pasivos” que no queremos que participen: evitamos (consciente o inconscientemente) su actividad para que no interfieran con lo que queremos hacer. Este uso negativo de la musculatura es muy importante.
Las funciones musculares
En cuanto al movimiento, podemos hablar de tres funciones musculares, a grandes rasgos, sin complicarnos demasiado la vida:
Fuerza
Resistencia
Equilibrio o estabilidad
Estas tres funciones dependen en gran medida de nuestra flexibilidad.
¿Qué es la flexibilidad y de qué depende?
La flexibilidad es el rango de movimiento que tiene cada una de nuestras articulaciones. Es importante entender que cada persona tiene una predisposición genética a un grado de "rigidez" o "flexibilidad". Además, la estructura ósea varía de una persona a otra, lo que también establece límites en los movimientos que podemos realizar.
Nuestros huesos no son iguales; no tienen el mismo tamaño, forma o rotación, y eso influye enormemente en nuestro movimiento. Por eso, intentar imitar movimientos o posturas sin tener en cuenta nuestra propia estructura puede llevar a desarrollar lesiones.
Esta es la razón por la que no estoy de acuerdo en que exista una “postura correcta” para tocar un instrumento musical determinado. Siempre intento que cada quien pueda encontrar una relación constructiva entre sus articulaciones a través de la observación del movimiento propio, y no intentando reproducir una imagen de lo que supuestamente es “correcto”.
¿Cómo podemos volvernos más flexibles?
Se suele pensar que repetir estiramientos todos los días para que “nuestros músculos se acostumbren” es la forma más eficiente de lograr mayor flexibilidad. Sin embargo, estudios recientes han refutado muchas teorías sobre el trabajo mecánico. Hoy se sabe que la flexibilidad depende en gran medida de nuestro sistema nervioso.
Nuestra flexibilidad está relacionada con el punto en el que creemos que podemos seguir moviendo una articulación. Se podría decir que se desarrolla mucho más rápido cuando confiamos en nuestro cuerpo que cuando repetimos mecánicamente un ejercicio.
Claro que los ejercicios de estiramiento son indispensables para desarrollar mayor flexibilidad, pero serán mucho más eficaces y saludables dependiendo de cómo se realicen y con qué atención se dirijan (volvemos al tema del uso consciente).
Fuerza
Tener músculos fuertes NO garantiza que se activarán de manera eficiente para realizar movimientos coordinados. Glenn Withers (fisioterapeuta del Manchester United) menciona:
“Habiendo trabajado en varios equipos de fútbol en los últimos 10 años, puedo decir que el problema principal en muchos futbolistas de élite es que tienen un excelente entrenamiento en fuerza, pero carecen casi por completo de estabilidad. Esa falta de estabilidad en las articulaciones es la principal fuente de lesiones en el deporte profesional.”
La fuerza nos permite hacer movimientos explosivos, rápidos, fuertes y momentáneos. La pregunta importante aquí sería: ¿cuánta fuerza necesitamos realmente para tocar nuestro instrumento musical?
Para que el movimiento sea eficiente, la clave está en desarrollar una coordinación activa del cuerpo como unidad, no solo trabajar grupos musculares de forma aislada. Obviamente necesitamos cierta fuerza para tocar, pero probablemente usamos mucha más de la necesaria.
Estabilidad
La estabilidad es la capacidad del sistema nervioso para responder eficientemente al desequilibrio. Es lo que nos permite equilibrar el esqueleto, mantener las articulaciones unidas y movernos por el mundo.
Cuando alguien carece de estabilidad, sus articulaciones tienen más riesgo de dislocarse (como sucede con algunos deportistas de alto rendimiento). Nuestra estabilidad depende del sistema nervioso autónomo, y tenemos poco control directo sobre los músculos que nos la proporcionan.
Dado que la fuerza es la actividad muscular a la que sí tenemos acceso consciente, cualquier intento de generar estabilidad de manera artificial nos llevará a hacer fuerza para permanecer estables, lo cual genera exceso de contracción y tensión innecesaria.
La estabilidad es algo que debemos permitir, no es algo que debemos "hacer".
Resistencia
Es común confundir fuerza con resistencia, pero no son lo mismo.
La resistencia está controlada por fibras musculares diferentes: los llamados músculos posturales, que trabajan todo el día para mantenernos erguidos contra la gravedad. Estos también son en gran parte autónomos, y no podemos controlarlos directamente.
Igual que los músculos de la estabilidad, los posturales necesitan que los dejemos trabajar solos. Cualquier intento de generar resistencia (por ejemplo, cuando sentimos cansancio) nos lleva a generar fuerza, lo que produce tensión innecesaria.
Por eso, la idea de “esforzarnos al máximo” puede ser muy contraproducente, especialmente cuando el cuerpo nos está pidiendo descanso. Todo esfuerzo puede convertirse fácilmente en tensión muscular que no necesitamos.
La importancia del descanso
Una vez que entendemos cómo funcionan nuestros músculos y sus funciones específicas, es fundamental aprender a descansar de forma activa e incluir los descansos como parte esencial de nuestra práctica musical cotidiana.
Si te interesa aprender más sobre cómo utilizar de forma constructiva el descanso activo dentro de tu estudio, te invito a leer mi artículo sobre “Estudiar en bloques y descansar”.
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