El Control Primario: el origen de nuestra coordinación

TÉCNICA ALEXANDER

El control primario

En algún momento de nuestra infancia, todos supimos movernos con libertad, equilibrio y alegría. Cuando observamos a un niño pequeño aprendiendo a caminar, podemos darnos cuenta de la soltura y suavidad de movimiento que todos somos capaces de desarrollar. ¿Qué pasa entonces con esa organización espontánea y armoniosa que parecía innata? ¿De dónde surge y por qué la perdemos? La respuesta, según F. M. Alexander, está en algo que llamó el “control primario”.

¿Qué es el control primario?

Alexander observó que, tanto en los seres humanos como en todos los vertebrados, existe una relación dinámica y siempre cambiante entre la cabeza, el cuello y la espalda. Esta coordinación no es rígida ni mecánica, sino fluida e inteligente. La llamó "control primario", y descubrió que cuanto más conscientes somos de esta relación y mejor la dirigimos, mejor se organiza y funciona todo nuestro organismo.

Lejos de ser una postura fija o algo que puede “corregirse”, el control primario es una forma de organización viva, con una dirección clara y una presencia atenta. Y esta dirección tiene un impacto directo sobre cómo tocamos un instrumento, cómo respiramos, cómo nos movemos y cómo nos sentimos al hacer música.

La sabiduría del movimiento animal

Los animales salvajes nos muestran con claridad cómo funciona este principio. Piensa en:

  • Un gato saltando sobre una mesa, cuya cabeza sigue la intención del cuerpo.

  • Un caballo superando obstáculos, donde todo el movimiento nace desde la cabeza y fluye con fuerza y alegría por toda la columna.

  • Un oso que, incluso al ponerse de pie, sigue una secuencia natural: la cabeza lidera y el cuerpo acompaña.

  • Una gaviota deslizándose por el viento con la columna alargada y el cuerpo tonificado, gracias a la dirección que inicia en su cabeza.

Lo que todos tienen en común es esta relación integrada y armónica, donde la columna se alarga y se organiza a partir de una cabeza equilibrada sobre el cuello. Y esto no es diferente cuando practicamos nuestro instrumento musical: la calidad de nuestra dirección interna afecta directamente el sonido, la respiración y la libertad de nuestros movimientos.

Aprender a movernos, desaprender a tensarnos

Del mismo modo que un animal salvaje, una niña pequeña aprende a caminar a base de prueba y error. Con cada paso, reorganiza su cuerpo desde la relación entre su cabeza y su cuello. A medida que gana confianza, toda su estructura se coordina.

Sin embargo, tarde o temprano, la mayoría de nosotros perdemos esa coordinación natural. La imitación de los adultos que nos rodean, las ideas equivocadas que aprendemos durante nuestros años de escuela, los hábitos que desarrollamos por fines sociales, la presión por lograr objetivos todo el tiempo y tener éxito en lo que hacemos… todo contribuye a que nos desconectemos de nuestra organización innata.

En el caso de la práctica musical, esto se vuelve especialmente evidente. ¿Cuántas veces hemos visto a flautistas que, al prepararse para una nota aguda, endurecen el cuello o levantan la cabeza sin darse cuenta? ¿O que al intentar tocar un pasaje rápido, colapsan el pecho o tensan los dedos y la mandíbula? El deseo de hacer bien las cosas puede terminar saboteando la coordinación que necesitamos para lograrlo.

Recuperar la dirección interna

La Técnica Alexander nos invita a redescubrir esa coordinación natural que alguna vez conocimos, a partir de una atención renovada a nuestra relación entre la cabeza, el cuello y la espalda.

Cuando desarrollamos una relación saludable y consciente con nuestro control primario:

  • Nuestra postura se vuelve más libre y funcional

  • Nuestros movimientos se simplifican y se vuelven más eficaces

  • Aparece una sensación de mayor presencia y ligereza

  • El placer de movernos (y de tocar) vuelve a estar disponible

En la práctica de la flauta, esto puede significar:

  • Tocar con una columna vertebral más alargada, lo que permite una respiración más amplia y sin esfuerzo.

  • No interferir con el equilibrio de la cabeza, incluso al girar hacia el instrumento.

  • Sentir que el instrumento no descansa sobre el cuerpo, sino que se integra al cuerpo como una extensión fluida del gesto musical.

  • Liberar la tensión innecesaria en brazos, muñecas, lengua o mandíbula, lo que permite una articulación más clara y un sonido más redondo.

Una vez que aprendemos a dirigir adecuadamente nuestro control primario, los cambios en la coordinación general se dan de forma tan orgánica que, en muchos casos, el cuerpo encuentra por sí solo su nuevo equilibrio.

De un problema puntual a una transformación profunda

Muchos se acercan a la Técnica Alexander por un problema específico: dolor de espalda, tensión al tocar un instrumento, dificultad para respirar al interpretar una frase larga, ansiedad escénica… Pero lo que encuentran va mucho más allá. Porque al aprender a no interferir con nuestra organización natural, no solo resolvemos el síntoma: mejoramos cada aspecto de nuestra vida cotidiana y musical.

Volvemos a estar como ese niño que tambalea por el camino con una sonrisa: un poco incierto, sí, pero con la certeza profunda de que está en el camino correcto.

Artículos relacionados

Práctica Musical Consciente

Técnica Alexander para músicos
Técnica Alexander para músicos
Técnica alexander para flautistas
Técnica alexander para flautistas
Clases de Técncia Alexander
Clases de Técncia Alexander

Acompañamiento especializado para instrumentistas de alto rendimiento y estudiantes de música.

Clases para flautistas

Acompañamiento especializado para flautistas de alto rendimiento y estudiantes de flauta.

Clases presenciales de Técnia Alexander para todo público.

Clases de Técnica Alexander

Si te interesa transformar tu práctica musical utilizando herramientas relacionadas a la Técnica Alexander y el Mindfulness, te invito a conocer mis clases personalizadas. Estoy seguro de que mi trabajo puede ayudarte a desarrollar mayor fluidez, precisión y confianza en tu técnica y práctica musical cotidiana.

¡Escríbeme y comienza un camino hacia una mejor conexión contigo mismo y tu instrumento!