“La Técnica Alexander es a la educación,
lo que la educación es al resto de las actividades humanas.”
– John Dewey
Probablemente, la pregunta que más he tenido que responder desde que empecé a practicar Técnica Alexander es: ¿qué es y para qué sirve la Técnica Alexander?
Con el paso de los años, he intentado encontrar una respuesta lo suficientemente corta y clara como para no propiciarle a cada persona que me pregunta, una mayor confusión de la que tenía antes de haberme preguntado. He de decir que no ha sido una labor sencilla… y espero ir desarrollando una mayor claridad con el paso del tiempo.
En este escrito intento explicar qué es la Técnica Alexander desde el punto de vista de mi trabajo como músico, pero, sobre todo, tengo la intención de dar una idea de para qué puede servirnos dentro de la práctica y enseñanza artística.
Espero sembrar la suficiente curiosidad de ustedes, que lo están leyendo, como para que tengan ganas de buscar a alguien y probar un par de clases de esta maravillosa herramienta que ha cambiado mi vida y la de muchas personas que se han decidido a conocerla.
Entonces… ¿para qué sirve la Técnica Alexander?
Cuando hablamos de Técnica Alexander, hablamos de cambio. Su práctica nos invita a un cambio de visión a cerca del funcionamiento de nuestro propio organismo y nos acerca la posibilidad de entender que, por el simple hecho de estar vivos y movernos, nos usamos, utilizamos nuestro organismo completo en cada una de nuestras actividades de la vida cotidiana.
La mayor parte del tiempo, el uso que hacemos de nosotros es completamente inconsciente y, de hecho, muchas de las formas de enseñanza y aprendizaje están enfocadas en que lo sea. Practicamos todos los días con la finalidad de volver nuestros movimientos “automáticos”, con esa finalidad, repetimos y repetimos ejercicios todos los días por horas y horas. Muchas veces, esa manera de aprender resulta exitosa y logramos lo que deseamos y, esos logros alimentan la idea de que, si seguimos haciendo lo mismo, vamos a seguir progresando.
El problema que se ha desarrollado con esa manera de aprender es que, sinceramente, no tenemos idea de qué es lo que está pasando en nosotros cuando estamos ahí repitiendo y repitiendo sin parar un ejercicio determinado. Es decir, pasamos por alto el uso que estamos haciendo de nuestro propio organismo.
La poca eficiencia de esta manera de estudiar está demostrada por la gran cantidad de gente que termina abandonando una actividad que disfruta, gracias a la sensación de que está fracasando o de que no tiene “talento”. La realidad es que, en comparación con la cantidad de personas que abandonan, son muy pocas las personas que logran alcanzar la excelencia y, muchas veces, esas que sí lo logran, tienen un camino lleno de lesiones y dolores. En el año 2016 se hizo una investigación en varias universidades y escuelas de música de Estados Unidos y Europa, y se llegó a la conclusión de que casi el 80% de los estudiantes de música había sufrido de algún dolor o lesión relacionada con su práctica musical cotidiana.
Es triste pero gran parte de esas lesiones y dolores, tienen su raíz en la poca conciencia que tenemos de lo que hacemos cuando estamos practicando. La responsabilidad de esta problemática está en la educación, somos nosotros, los que enseñamos, los que tenemos la posibilidad de cambiar este enorme problema… y considero que la Técnica Alexander es una herramienta que puede cambiar de rumbo esta situación.
Desde mi punto de vista, la Técnica Alexander es un un modelo educativo que nos lleva a entender nuestro propio funcionamiento, ese entendimiento resulta en una gran herramienta de prevención y es por eso que muchas veces se le considera como una técnica de rehabilitación.
Lo más común es que una persona se acerque a tomar clases de Técnica Alexander cuando ya tiene algún dolor o lesión. Con el paso de las clases, esa persona va aprendiendo qué es lo que está haciendo que le lleva a lesionarse y adquiere las herramientas necesarias para aprender a decidir dejar de hacerlo. La práctica de la Técnica Alexander suele resolver dolores y lesiones pero el camino que se toma es un camino de aprendizaje, uno aprende a dejar de hacer, aprende a soltar lo que no necesita y a decidir cuáles de sus movimientos quiere “automatizar” y cuáles no, es decir, aprende a observar sus hábitos y desarrolla la capacidad de decidirlos.
La práctica de la Técnica Alexander no se enfoca en los resultados, sino en los procesos a través de los cuales vamos a llegar a esos resultados que deseamos. En una clase de Técnica Alexander, lo más importante no es tocar una escala determinada o una obra determinada, sino observar qué estoy haciendo conmigo para lograr tocarla. Durante la clase, la guía del profesor me ayuda a observar cómo estoy parado, cómo estoy respirando, cómo estoy usando mis brazos para sostener mi instrumento, cómo estoy utilizando mis dedos, etc.
Esa observación del “cómo” está basada en una profunda observación del movimiento, y no en una idea preconcebida de cuál es la “manera correcta” de pararse y de sostener un instrumento musical.
Los profesores de Técnica Alexander nos dedicamos a estudiar el movimiento desde su origen, aprendemos a distinguir las tensiones más sutiles pero innecesarias, y ayudamos a encontrar la manera de prevenirlas, con la finalidad de que el movimiento se vuelva libre y ligero.
También estudiamos la relación que existe entre lo que pensamos y cómo nos movemos. Muchísimas veces, las ideas que tenemos a cerca de lo que es “correcto”, nos llevan a “rigidizarnos” desde antes incluso de empezarnos a mover. Es decir, muchas de las tensiones innecesarias que tenemos empiezan desde antes de que empecemos a tocar, en la idea de cómo es la “postura correcta” o de la “interpretación correcta” o en algún miedo de que no lo vamos a lograr, etc. Por lo cual, si no encontramos la manera de soltar esas ideas, no encontraremos tampoco la manera de soltar nuestras tensiones.
Hablando de la práctica musical en específico, la Técnica Alexander se ocupa tanto de las necesidades artísticas de cada intérprete, como de las necesidades físicas, emocionales y psicológicas que necesita para poder alcanzar sus objetivos. Los resultados de su práctica son beneficiosos para la persona y para la música. Nuestra capacidad musical se amplía enormemente al reducir las interferencias que generamos durante nuestra interpretación, y, a su vez, el beneficio psicofísico que resulta de su práctica, nos lleva a tener una práctica musical más saludable y satisfactoria.
Como decía en un principio, hablar de Técnica Alexnader es hablar de cambio… de un cambio con una dirección consciente que no sólo nos lleva a tener una práctica musical más satisfactoria y duradera, sino que nos enseña a entendernos, a conocer nuestros límites y nuestros potenciales para saber cómo desarrollarlos. Nos ayuda a soltar los prejuicios que nos limitan a cada momento cuando estamos tocando o cantando y a entender cómo esos prejuicios afectan nuestro cuerpo, nos ayuda a entender que somos una unidad indivisible y que cuando pensamos y nos movemos, lo hacemos con todo el organismo completo.
La práctica de la Técnica Alexander nos ayuda a aprender cómo aprender.
Libros recomendados: