“La buena salud no tiene precio y esta técnica establece el fundamento mejor posible para la buena salud. Si uno se está usando mal a sí mismo, debe ser una ventaja ser capaz de corregir este mal uso. Si la propia percepción sensorial es falsa, todo lo demás es falso.”i
Se podría decir que, exceptuando los casos parapsicológicos, nuestro cuerpo es el principal instrumento sensorial que tenemos, y que la calidad de percepción de una persona depende directamente de cómo funciona su cuerpo.
Durante su proceso de investigación, Alexander descubrió que el uso habitual que estaba haciendo de sí mismo afectaba la fiabilidad de su sentido cinestésico y que sus sensaciones con respecto a las acciones que deseaba corregir no eran fidedignas. O sea que no podía tener plena confianza en que efectivamente estaba haciendo lo que creía estar haciendo. Es improbable que lograra llegar a esta conclusión de no haber estado intentando aprender algo nuevo utilizando un método que le exigía actuar de manera contraria a sus hábitos establecidos.
Dado que la información cinestésica es un factor determinante en nuestra percepción, cualquier interferencia con su función, producirá un efecto deformante sobre la conciencia que tenemos de nosotros mismos. Nuestros hábitos, por más dañinos que sean, llegan a parecernos familiares y se vuelven inseparables de nuestras actividades.
Al aceptar su premio Nobel, Nikolaas Tinbergen ofreció una explicación científica de cómo los hábitos llegan a parecernos “lo correcto”:
“Hay muchas indicaciones bien fundadas de que, en los distintos niveles de integración, desde las unidades musculares simples hasta el comportamiento complejo, el cerebro está controlando continuamente la correcta ejecución de muchos movimientos. Lo hace comparando el informe del feedback que le indica «orden cumplida» con el modelo del feedback para el que ha sido alertado con la iniciación de cada movimiento. El cerebro sólo deja de enviar órdenes de acción correctiva cuando el feed-back real y el esperado coinciden.
Ya los descubridores de este principio … advirtieron que el funcionamiento de ese complejo mecanismo podía variar de un momento a otro según el estado interno del sujeto… Pero lo que
Alexander ha descubierto, además, es que a lo largo de toda una vida un mal uso… puede hacer que el sistema completo funcione mal. En consecuencia, el cerebro recibe informes de “todo correcto” cuando, en realidad, todo va muy mal. Por ejemplo, una persona puede sentirse cómoda repantigada ante el televisor, cuando, de hecho, está maltratando considerablemente su cuerpo.”ii
Un ejemplo muy claro de esto es nuestra evaluación incorrecta de la tensión muscular o la energía que utilizamos para realizar algunos de los movimientos más sencillos de la vida cotidiana, como es el de pararse y sentarse en una silla. Nuestra sensación de lo que es correcto o apropiado puede ser errónea y esto es a lo que Alexander llamó “apreciación sensorial defectuosa”.
Si los mecanismos sensoriales nos proporcionan el material para generar los conceptos que tenemos a cerca de nosotros mismos y a cerca de todo lo que nos rodea, entonces, una “apreciación sensorial defectuosa” afecta de manera directa la manera en la que pensamos y nuestra manera de percibirnos y percibir a todo lo que nos rodea.
En la introducción al libro “Control Consciente y Constructivo del Individuo”, el pedagogo John Dewey menciona:
“… Si tanto necesitamos el principio (de Alexander), es porque en todo lo que se refiere al individuo y al manejo de su vida hay, no menos en lo tocante a nosotros mismos que a nuestros actos, un juicio y una apreciación sensorial defectuosos y menoscabados, concomitantes con nuestros mal ajustados mecanismos psicofísicos… Nos hemos acostumbrado tanto a esto que nos parece natural y, como Alexander lo ha demostrado claramente, lo lomamos como norma de corrección.
Su influencia afecta a todas y cada una de nuestras observaciones, interpretaciones y juicios. Es el único factor que participa en todo acto y pensamiento.”iii
Mi propia comprensión de la importancia que tiene la apreciación sensorial ha cambiado constantemente a lo largo de los años que llevo practicando Técnica Alexander. La relación entre lo que siento y lo que decido hacer con respecto a eso es mucho más libre que antes y, a pesar de que muchas veces me tropiezo con conflictos entre las cosas que mi condicionamiento me lleva a pensar y sentir y con mis ganas de reaccionar de la manera habitual, la manera en la que me trato es ahora mucho más blanda y comprensiva.
El trabajo de la Técnica Alexander invita a explorar un territorio sensorial desconocido. Afortunadamente, en estos tiempos existen muchos profesores capaces de ayudarnos en este viaje a lo desconocido. Para mejorar nuestra apreciación sensorial, debemos suspender temporalmente los juicios sobre los que fundamentamos lo que pensamos y sentimos. Este proceso de suspensión del juicio es parte esencial de la práctica e implica el cultivo de una conciencia objetiva que nos permitirá aplicarla a nuestro propio comportamiento.
Adentrarnos en esta investigación puede llevarnos a cuestionarnos muchas ideas que fundamentan nuestra vida y muchas veces no es fácil, pero si nos atrevemos a hacerlo, nuestros hábitos pasarán a convertirse un proceso de cambio y desarrollo que nos llevará a conocernos mejor.
i Patrick McDonald, The Alexander technique as i see it
ii Nikolaas Tinbergen, Ethology and Stress Diseases
iii F.M. Alexander, Constructive Conscious Control of the Individual
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